Libro: un niño afortunado

Thomas Buergenthal, de padres judíos alemanes, sobrevivió a dos guetos, al campo de exterminio de Auschwitz y a la terrible «Marcha de la Muerte» de 1945, pero eso no le impidió llegar a convertirse en juez de la Corte Internacional de Justicia en el año 2000. Su biografía debería servirnos a todos como muestra de que la realidad externa no puede ser más poderosa que la interna. Lo importante no es lo que nos pasa, sino el modo en que interpretamos y afrontamos lo que nos pasa.

A Buergenthal le tatuaron en el brazo el número B-2930 cuando estaba preso, y él nunca se lo borró «No quiero hacerlo», dijo en una ocasión, «nunca quise. Es parte de mi vida, es mi identidad». El horror que le tocó vivir nunca llegó a quebrarlo, sino que avivó su deseo de buscar y defender la justicia y el respeto de los derechos humanos. Quizá esta lectura nos ayude a reflexionar sobre los reveses de la vida a los que nos enfrentamos nosotros, y sobre el modo en que reaccionamos ante ellos.