Allá donde está tu tesoro está tu corazón

Existen dos formas de vivir:
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La de aquel que vive sin más los acontecimientos que le suceden y la de quien se pregunta el porqué de todo ello.
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También nuestra fe debería dejarse interrogar. ¿Por qué ser cristiano? ¿Por qué ir a misa los domingos? ¿Por qué colaborar con la catequesis o con una obra social? ¿Por qué participar en un grupo de fe o en un encuentro multitudinario? ¿Por qué…?
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Sin porqués no se descubre lo que nos mueve por dentro. Y quizá tenemos la cabeza muy tranquila, porque “cumplimos” como cristianos, porque “contentamos” a Dios con lo que hacemos pero, en verdad, nuestro corazón está en otro sitio…
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“Allá donde está tu tesoro está tu corazón”
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