Con el corazón en el domingo

III DOMINGO DE PASCUA

No es fácil creer en Jesús resucitado. Es algo que sólo puede ser captado y comprendido desde la fe que el mismo Jesús despierta en nosotros. Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la alegría que Jesús transmite, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su resurrección.


Algo de esto nos viene a decir Lucas al describirnos el encuentro de Jesús resucitado con el grupo de discípulos. Entre ellos hay un poco de todo, para que negarlo. Dos discípulos están contando cómo lo han reconocido al cenar con él en Emaús. Pedro dice que se le ha aparecido. La mayoría no ha tenido todavía ninguna experiencia. No saben qué pensar.


Entonces «Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros”». Lo primero para despertar nuestra fe en Jesús resucitado es poder intuir, también hoy, su presencia en medio de nosotros, y hacer circular en nuestros grupos, comunidades, colegios... la paz, la alegría y la seguridad que da el saberlo vivo, acompañándonos de cerca en estos tiempos nada fáciles para la fe.
La fe en Cristo resucitado no nace de manera automática y segura en nosotros. Se va despertando en nuestro corazón de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi sólo un deseo. ¿será posible que sea verdad algo tan grande?

Lo que nos dice...
Jesús, quiere que nos convirtamos en testigos, que podamos hablar desde nuestra experiencia, y predicar no de cualquier manera, sino «en su nombre». Creer en Jesús resucitado no es cuestión de un día. Lo importante es que confiemos siempre en Jesús. Hacerle mucho más sitio en cada uno de nosotros, en nuestro interior.

Dar un salto hacia la vida, romper nuestro miedo.
Sentirnos resucitados con él.
Saltar a la resurrección.

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(Video de las Religiosas de María Inmaculada. Gracias)