Cine: Slumdog Millionaire

Slumdog millionaire, galardonada con el oscar a la mejor película y mejor director (Danny Boyle), cuenta la historia de un joven procedente de las calles de Mumbai que se presenta al famoso concurso internacional de televisión para intentar recobrar el contacto con la joven a la que quiere. Ambos se han separado tras haber compartido la dureza de los barrios marginales pero siguen anhelando la felicidad. Contada bajo la influencia del cine de Bollywood, está rodada en Bombay y nos muestra con crudeza la miseria y la violencia de los barrios de barracas donde muchos niños sobreviven entre la corrupción y la insignificancia.

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Bajo un formato innovador pero comercial, se nos ofrece la historia desgranada en un doble registro. Por un lado la participación del joven Jamal Malik en el concurso, y por otro la trayectoria de su vida, que unida a su hermano y una joven, le condujo hasta la televisión. Marcada por un montaje donde se resaltan los contrastes, pasamos de la oscuridad a la luz, de la pobreza a la ostentación del espectáculo televisivo, y de la contemplación intimista a la violencia trepidante.
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La preocupación por la cuestión espiritual recorre el cine de Boyle, que desde su orígenes católicos por sus padres y por su formación en un colegio salesiano, siempre ha mostrado desde lo religioso su inspiración, frecuentemente de forma sutil como en Trainspotting, y otras de forma explícita como en Millones. En esta ocasión la pregunta de fondo es si es posible la bondad y la esperanza en medio de la desolación de una historia sin oportunidades.

El concurso televisivo se presenta como catalizador del destino. La lógica imponía el fracaso sin embargo las oportunidades se esconden y se entrelazan en los mismo pliegues de la vida. Algo malo puede traer misteriosamente algo bueno. El desastre puede trastocarse, es posible abrir brechas en la desolación. La superación de la tragedia se realiza por el poder de la bondad que trastoca el mal. Nuevamente el cine nos presenta un rostro de la bondad que brota donde parece imposible en una historia de desamparado, explotación y miseria. Así pues, nos encontramos con una historia portadora de esperanza.

Lo cierto, es que los espectadores necesitan de estas historias que den un respiro y permitan mirar más allá. Incluso, a veces, al final hay premios de reconocimiento para quien cuentan historia así. Y lo importante no es ser millonario, sino la testarudez de la bondad que hace posible lo imposible.

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