Landon, el típico guaperas guay en un instituto. Tiene su pandilla de amiguetes, y gran éxito entre las chicas. Pero es un tipo vacío y superficial, sin grandes planteamientos vitales. Una gamberrada pasada de rosca con un recién llegado, conduce a éste al hospital, donde se recupera muy lentamente. A modo de correctivo, Landon debe ser tutor de un chaval los fines de semana; además deberá colaborar con el grupo de teatro, donde según él y sus colegas, está la gente más aburrida del instituto. Entre ellos, Jaime, hija de un clérigo que tiene un aspecto y ropa muy serios, y a la que no tiene más remedio que pedir ayuda para aprender su papel en una obra. Con lo que no contaba Landon es con enamorarse: lo que le produce un conflicto, ya que por un lado no le apetece que sus amigos la vean con una chica supuestamente friqui, y por otro admira su inteligencia y visión trascendente de la existencia.
Acostumbrados a tanto film de adolescente alocado, sorprende esta historia, de más altos vuelos. Basada en una novela de Nicholas Sparks, presenta una historia de amor, en la que deben ser superados los prejuicios y el miedo a lo que piensen los demás. Cuestiones como esperar al matrimonio para mantener relaciones sexuales no son muy habituales en el cine reciente. Adam Shankman sabe presentar la cuestión sin mojigaterías; a la vez, aborda el misterio insondable del dolor y el sufrimiento, a través de la grave enfermedad de uno de los personajes. Además de los jóvenes actores, muy en su sitio, podemos ver a Peter Coyote, sacando adelante el papel poco agradecido del pastor.
Cine: Un paseo para recordar
AMOR POR DONDE MENOS LO ESPERAS
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