Este es mi segundo año en el Campamento Betel, y por supuesto, yo sabía ya cuando iba a ir, que no me iba a dejar indiferente.
La verdad es que lo que se puede llegar a sentir, es totalmente diferente a lo del resto del año, algo que te hace rejuvenecer y limpiarte de todo durante el año. Son gestos, palabras... que parece que no importan, o que son insignificantes, pero que se quedan marcados para siempre... También son momentos, intensos, que te hacen reflexionar sobre tú vida y de cómo la estas llevando a cabo. Y todo eso te llena, y te hace sentirte más feliz de lo que nunca lo has podido estar. Te das cuenta de la presencia de Dios en tu vida, y de que Él siempre está ahí para cuando lo necesitas. Y desde mi punto de vista, si tienes la gran suerte de asistir, te aconsejo que prestes atención en las oraciones, y métete en ellas todo lo que puedas, y sobretodo participa en ellas, porque todas las personas que van a estar contigo, te van a entender y ayudar.

Yo este año fui conociendo ya a mucha gente, pero he conocido a mucha más, y no me arrepiento para nada, porque aunque no nos podamos ver todo lo que queramos, sabemos que nunca nos vamos a olvidar los unos de los otros y siempre vamos a estar juntos, pese a la distancia.
Y bueno, si alguien tiene alguna duda, yo le digo ¡qué no lo piense más! Porque no todo el mundo tiene tanta suerte de poder asistir a estos campamentos. Y si decides ir, por supuesto, no te dejes en casa las ganas de convivir, de conocer gente y sobretodo de sentir.
Yolanda Sabater (Novelda)