Con el corazón en el domingo

"Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

Jesús no se sirvió a sí mismo. Jesús sirvió y atendió a los pobres, a los más necesitados, a los marginados, acompañó a todos aquellos con los que se encontró para hallasen la salida del agujero negro en que tantas veces nos perdemos. Y nos dio la clave para encontrar la buena vida, la Vida en plenitud: vivir la fraternidad a tope, sentir a los otros no como amenazas para mi integridad sino como hermanos y hermanas, caminar con las manos y los brazos abiertos para compartir, para abrazar, para amar. Ese es el servicio a que está llamado el discípulo. A esos, a los que sirvió Jesús, es a los que tiene que servir. La mirada del discípulo sale fuera de la comunidad y abarca el mundo.

Este domingo celebramos el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Las palabras de Jesús en el Evangelio señalan la forma como hay que hacer misión, lo que es evangelizar. No se trata de convencer a nadie. El objetivo es servir y que a través de nuestro servicio cristiano, las personas lleguen a comprender vivencialmente que Dios es su padre, que de él no recibimos más que amor y que su voluntad no es que cumplamos una serie de mandamientos más o menos complicados y difíciles de observar, sino que seamos felices viviendo en fraternidad, amándonos mutuamente. Evangelizar es ser y vivir como cristiano, respetando, dialogando, comprendiendo, perdonando, reconciliando. Como Jesús.