Con el corazón en el domingo

Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino
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Lo que nos dice...
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¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia?
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Bartimeo, tras pedir compasión a Jesús, da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.