Hoy centramos nuestra cámara en María, queriendo rastrear su vida, hasta los orígenes. Con la sabiduría que caracteriza a una comunidad de tantos siglos de existencia, la Iglesia descubre que esta mujer ha tenido una existencia enteramente plumada por la Gracia. Que la Gracia que ahora la envuelve, es “de nacimiento”.
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En la aparente debilidad de la escogida para ser madre de Jesús, se oculta una mujer fuerte: la única que ha vencido al Dragón, a la Bestia apocalíptica, la insobornable ante las seducciones satánicas, la incorruptible. Hablar de María, la Inmaculada, es descubrir toda la energía antimal de Dios, residiendo en una joven que si tiene mucho futuro, ya tiene un espléndido pasado.Hoy descubrimos cómo nos dejamos corromper fácilmente.
El mal nos acosa de mil formas y muchas veces sucumbimos. La memoria de María Inmaculada nos estimula a reconocer que voluntad de Dios, también para nosotros, es que seamos “santos e inmaculados en su presencia”. También nosotros –si no ponemos obstáculos- podemos estar envueltos en la Gracia y Encanto de Dios. Nos es concedida la victoria contra cualquier tipo de corrupción. El poder del Altísimo nos puede cubrir con su sombra y la fuerza de su Espíritu nos es ofrecida para vencer. Basta que digamos, como ella: ¡Hágase en mi según tu palabra!