Un labrador, en su lecho de muerte, quiso dar una lección a sus hijos. Los llamó y les dijo:
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–Queridos hijos. Ha llegado mi hora de dejar este mundo. Buscad lo que he escondido en la viña y lo hallaréis todo.
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Los hijos, creyendo que el labrador había escondido allí algún tesoro, se pusieron a revolver todo el suelo de la viña. Cuando ya no quedaba rincón por revisar se dieron cuenta de que allí no había nada. Sin embargo, la viña, tan bien removida quedó que dio esa vez muchísimos más frutos.
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Colaboración de Pilar Azcárate