Con el corazón en el domingo

[...] Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Jesús no recomienda nada. No manda hacer nada. Simplemente habla de las personas. Y dice de algunas de ellas que son dichosas, bienaventuradas.


Todo esto nos sitúa en una perspectiva diferente a la que estábamos acostumbrados. También los que escucharon a Jesús en directo se tuvieron que sentir muy descolocados. No era eso lo que esperaban oír. Ni siquiera les hablaba de Dios directamente. Dios estaba como una música de fondo. Es su reino el que van a recibir los pobres de espíritu y los perseguidos por causa de la justicia. Los que trabajan por la paz van a ser sus hijos.

Dios está ahí como el que hace posible esa oleada de felicidad, de bienaventuranza para toda esa gente.