Con el corazón en el domingo: Corpus Christi

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» [...]

El fin de la Pascua ha significado litúrgicamente el retorno a la vida cotidiana. Abandonamos el oasis de luz del tiempo pascual y nos enfrentamos con las ocupaciones y preocupaciones de todos los días. La vida cotidiana es con frecuencia algo gris y puede convertirse con facilidad en la tumba de los grandes ideales. Así también en la vida cristiana: la luz de la Pascua se apaga ante la presión de la realidad chata y estrecha...
Jesús mismo lo dice de sí: él es el verdadero maná que nos alimenta en el camino a veces desértico de la vida, el que nos da la vida eterna, la vida plena. El maná que recibió Israel en el desierto del Sinaí era sólo símbolo y promesa de este pan que ha bajado del cielo. Parece querer subrayar que no está hablando sólo en sentido simbólico, que lo que dice no es una mera parábola ni una metáfora: él es pan vivo, y nosotros tenemos que comer su carne y beber su sangre si queremos participar realmente de esa vida que ha venido a traernos. La mezcla de escándalo y sorpresa que suena en la pregunta de los judíos tiene que resonar también en nosotros, si queremos superar la aceptación rutinaria y superficial y entrar en una comprensión más profunda de este misterio, el misterio de nuestra fe.

Comer la carne y beber la sangre de Cristo en el pan y el vino eucarísticos significa entrar en una comunión vital con Él para hacer así propia y real en uno mismo la dinámica de la vida de Cristo: una vida entregada hasta la muerte. Por eso es tan importante alimentarse con este pan y este cáliz, comer esta carne y beber esta sangre: sólo así podemos hacer de nuestra propia vida una ofrenda de amor a los demás como la del mismo Cristo, encarnando de esta manera en nuestra cotidianidad la luz de la Pascua, el ideal realizado que hemos contemplado en la muerte y resurrección de Jesucristo.