La historia se basa en la original novela gráfica (mitad texto, mitad
ilustraciones) de Brian Selznick. En ella se cuenta la historia de
Hugo, un niño huérfano que se dedica a conservar los relojes de la
estación de tren en el París de los años 30. Hugo conserva un autómata
que podría contener un mensaje de su padre. Para repararlo, busca piezas
sueltas y así es como se topa con el dueño de una juguetería, que
podría ser la clave para resolver el misterio.
Lo primero que hay que decir es que La invención de Hugo es
una película que rebosa amor por el cine. No es por lo tanto extraño que
un cinéfilo como Scorsese haya encontrado en ella un vehículo para
expresar sus emociones como pocas veces ha hecho en los últimos años.
En la historia encontramos representados los tres elementos
fundamentales del arte cinematográfico: el tiempo, representado por los
relojes detrás de los cuales se esconde Hugo (el alter ego del
director, sin duda); la maravilla de la técnica, que vendría a ser el
autómata capaz de ofrecer imágenes mágicas; y el elemento único y
misterioso del corazón humano, de donde deben salir las historias. De
hecho, el autómata necesita un corazón (la llave) para funcionar. Sin
él, no es más que un artilugio sin valor.
Pero esta película inclasificable, perfecta técnicamente (no hay que
olvidar que es la que más nominaciones a los Oscar atesora este año,
nada menos que 11), mágica visualmente, consigue además llegar al
corazón del espectador con una historia repleta de auténtica emoción,
que ensalza el valor supremo de cada ser humano, de su función en el
mundo, de la familia como ámbito natural de su desarrollo. Una historia
que defiende la humanidad frente a la barbarie de la guerra, que
destruye la ilusión y transforma a los hombres en máquinas (idea
expresada por la pierna mecánica del jefe de estación, antiguo
combatiente de la I Guerra Mundial o por el sueño en que Hugo se ve
convertido en autómata).
En definitiva, estamos ante una película que se puede convertir en un
clásico imperecedero, y quién sabe si una de las últimas obras maestras
de un genio del cine como Martin Scorsese. No se la pierdan bajo ningún
concepto.