En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»
La Palabra de Dios viene enmarcada este domingo por el tema de la
sabiduría. A primera vista no parece tener una relación directa con el
evangelio, en el que seguimos leyendo el discurso del pan de vida. El
único vínculo visible es que la sabiduría divina se propone a sí misma
por medio de un banquete. Para adquirir sabiduría hay que aceptar la
invitación que ella misma cursa a todos los que la desean a participar
de la mesa que ha preparado, a comer de su pan y beber de su vino. Una
buena aclaración del sentido cristiano de esta sabiduría nos la ofrece
Pablo en el texto de la carta a los Efesios. La sabiduría cristiana
consiste en la sensatez y la sobriedad de vida, especialmente ante
situaciones negativas. Ante los “malos tiempos”, como los que vivimos
ahora, existe siempre la tentación no sólo de maldecir y poner mala
cara, sino también de huir embotando nuestra conciencia, alienándonos
del dolor que esa situación nos produce (y que puede ser global, social o
estrictamente personal), por medio de la borrachera de vino, o de otras
cosas: las drogas, los programas de televisión o el internet…