En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.»
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.»
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Comenzamos ya la segunda semana del tiempo litúrgico ordinario, pero
seguimos percibiendo los ecos de las pasadas fiestas navideñas y,
concretamente, los de su culminación en la Epifanía. De hecho,
tradicionalmente la liturgia ha visto la manifestación de Jesús en los
tres momentos que se han sucedido desde el 6 de enero hasta este domingo
segundo: la adoración de los Magos de Oriente, el Bautismo de Jesús y
la Boda en Caná de Galilea.
El Evangelio de Juan sitúa la aparición pública de Jesús en el contexto de una boda, a la que estaba invitado Él con sus discípulos, y, al parecer de manera independiente, su madre, María. De este modo, Juan retoma una imagen central del Antiguo Testamento para expresar la relación de Dios con su pueblo Israel: la del amor esponsal. El amor entre el marido y su esposa expresa el máximo grado de unión, intimidad y compromiso entre dos seres humanos.
Por la fe, los discípulos se convierten en servidores del vino nuevo
del Reino de Dios. Realmente, es significativo el papel de los
servidores de la boda. El texto dice que el mayordomo no sabía de dónde
venía ese vino, mientras que los servidores sí lo sabían. El vino del
Reino de Dios es ofrecido a todos sin excepción: a los que reconocen a
Cristo y a los que todavía no lo conocen. Es decir, los frutos positivos
del Reino de Dios, el reconocimiento de la dignidad del hombre como
imagen e hijo de Dios, los valores del perdón y la misericordia, la
solidaridad y la acogida del extraño, y así un largo etc., son parte de
ese vino nuevo que muchos beben sin saber de dónde viene. Mientras que
los servidores del vino, los que lo recogen y distribuyen, sí saben de
dónde viene. ¿No hemos de ver en éstos a la imagen de los discípulos y
creyentes de Jesús, que hacen lo que él dice y sirven a los demás
desinteresadamente, dándoles de los frutos de la acción de Cristo, que
inaugura una nueva etapa en las relaciones entre Dios y los hombres?
Los creyentes como servidores de la comunidad de hermanos, pero también
de la humanidad entera, según la diversidad de dones que cada uno ha
recibido del Espíritu, he aquí una imagen paulina que expresa bien el
núcleo de nuestra vocación cristiana.
Así que, hoy, en nuestro particular Caná, Jesús empieza sus signos,
crece nuestra fe en él, y esto nos da más fuerza para hacer lo que nos
dice y servir mejor el vino nuevo de la filiación divina y la
fraternidad a todos los seres humanos, hermanos nuestros.