
El gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela y con mucha calma dijo: “Asumirá el puesto quien resuelva el problema que voy a presentar”
Entonces, colocó una magnífica mesa en el centro
de la sala con un jarrón de porcelana y una rosa de extraordinaria
belleza en él, y dijo así: “¡Aquí está el problema!” Todos quedaron
asombrados mirando aquella escena: un hermoso jarrón, una maravillosa flor en el centro.¿Qué representaría? ¿Qué hacer? ¿Cuál es el enigma? En ese
instante, uno de los discípulos sacó una espada, miro al gran Maestro y a
todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y… ¡zah!…
destruyó todo de un solo golpe.
Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el gran Maestro dijo:
“Usted será el nuevo guardián del Castillo”. Aunque veas algo muy lindo,
si hay un problema, precisa ser eliminado. Un problema es un problema y
no podemos asumir riesgos.