Con el corazón en el domingo

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

¿Qué sentido tiene la fiesta de hoy?, nuestra tradición ha hecho de los edificios un lugar de encuentro, en el templo material recibimos los sacramentos, nos encontramos con la comunidad, rezamos, son lugar de referencia en las plazas de nuestros pueblos, está Cristo sacramentado, recuerda la historia de tantos siglos, nos evoca la Iglesia universal. Son un oasis en medio de la ciudad, lugares donde beber del Evangelio y de otros templos vivos para salir y continuar el camino. Cuando Jesús dice dónde quiere estar, dónde se le tiene que reconocer, se trata de lugares sencillos, cargados de humanidad, de cotidianidad, lleno de rostros, y donde las piedras sólo son las personas, las piedras sólo sirven si visibilizan y celebran todas estas presencias.

La fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán nos tiene que ayudar a recordar que toda la Iglesia trasparenta el Reino de Dios, que el lugar sólo sirve si hace visible los sueños de Dios.  Que unidos a nuestro Papa Francisco, buscamos ser una Buena Noticia en el mundo, ser “defensores de los empobrecidos”. El templo debe de ser lugar de encuentro con Dios, nuestras asambleas, nuestra vida comunitaria expresan, dicen, trasparentan, invitan a ser lugares de encuentro. Y sobre todo nos unen a toda la Iglesia y al Papa que nos ha dicho que los pastores deben de oler a oveja y por deducción nuestros templos, los de piedra y argamasa huelan a pueblo, una casa donde la alfombra es para los empobrecidos, (los Vicarios de Cristo).