En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con
Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en
cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y
la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer,
cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La
población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de
diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo
conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al
descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Celebramos en este domingo la Campaña contra el Hambre que nos propone
Manos Unidas con el lema: “Luchamos contra la pobreza ¿te apuntas?”.
No parece que al mundo necesitado del SUR le quepa esperar algo de los
humanos ricos y cristianos del NORTE quizás solo compasión, pero que no
es eficaz y no se traduce en la promoción y curación real de los males
de nuestro mundo. A pocos veo pedir a nuestros Ayuntamientos que den el
0,7%, compromiso que hicieron nuestros países hace quince años, lo
justificamos con que hay que ayudar a los pobres de aquí y en ocasiones
ni eso sucede. Son escasos los que deciden cuando van al supermercado no
comprar productos hechos con manos esclavas (como nos dice el Papa en
su escrito del primero de enero), a los que hay que poner nombre.
Reducidos los que compran en el Comercio Justo (son más caros sus
productos). En definitiva menos compasión viendo un reportaje o un
maratón para ayudar a las víctimas de un terremoto y más sencillas y
humildes opciones de vida, sabiendo que todos somos incoherentes. Como
dice hoy San Pablo en la segunda lectura: “Me he hecho débil con los
débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar,
sea como sea, a algunos”.
Ya está bien de explotación, de mentiras y falsos problemas. El SUR es
una tierra rica en pueblos, culturas y civilizaciones, en tierras
regadas y en bosques (donde algunos van de safari). Si pagáramos el
precio justo por las materias primas que expoliamos; si se impusiera un
embargo absoluto en la venta de armas; si detuviéramos la instalación de
fabricas sucursales del NORTE en esos países para explotar la mano de
obra barata y sin seguridad social alguna; si reconociéramos que la
deuda externa ya está pagada con creces; si lleváramos a los tribunales
penales internacionales a las multinacionales y potencias corruptoras,
así como a los dirigentes corruptos de esos países (a los que defendemos
según convenga); y, finalmente, si cooperáramos en situación de
igualdad (esto es muy importante) con esos pueblos para ayudar en su
desarrollo de acuerdo con sus idiosincrasias y culturas, estaríamos
contribuyendo a una verdadera actitud humana y justa que va mas allá de
una ayuda económica esporádica y siempre de acuerdo con los intereses de
los países donantes.
Esto es lo que nos piden: “que les quitemos el pie de encima”, y podemos
hacerlo. Reclamemos la intervención eficaz de los que gobiernan en
nuestro nombre y con nuestros votos. No tenemos que esperar mientras
tanto cruzados de brazos, ahí está Manos Unidas que se brinda a ser
vehículo de nuestras iniciativas y esfuerzos. Está esperando tus manos y
las de todos los que están convencidos de que el SUR tienen el corazón
lleno de amor y las manos llenas de posibilidades. ¿Te apuntas? “Vámonos
a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que
para eso he venido”.