En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a
lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que
pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y
crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los
tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando
ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha
llegado el tiempo de la cosecha.»
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
La primera parábola nos habla de una semilla que fue plantada por un
hombre, “el duerme de noche y se levanta de mañana y la ve crecer, la
tierra va produciendo su cosecha ella sola: primero los tallos, luego la
espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto se mete la hoz,
porque ha llegado la siega”. Es un proceso misterioso que parece no
requerir la acción del sembrador, la semilla crece animada por una
fuerza al parecer interna o simplemente atmosférica. El Reino es el
mismo Dios en cuanto es sembrado en nuestro interior, y por caminos que
no conocemos, nos conduce a algo nuevo, hacía el futuro, hacia el
crecimiento, que es más fruto de nuestra apertura y confianza, que de
nuestros esfuerzos.
La segunda parábola nos apunta otro aspecto del Reino, es como un grano
de mostaza: “la semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más
alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros
pueden cobijarse y anidar en ellas”. El Reino, no sólo es como veíamos
en la parábola anterior –desconcertante-, es también sorprendente, es
algo pequeño que se hace grande y llega a todos los hombres. Como dice
el título de un libro: “La utopía ya está en lo germinal” (Benjamín
González Buelta); es en las cosas pequeñas, en esas comunidades, grupos,
asociaciones, donde parece que siempre estamos los mismos, “cuatro
gatos” decimos…, es donde puede crecer la mostaza. La Utopía es el
Reino.
¡Cuánto nos cuesta en la Iglesia aprender a vivir en minoridad! y no
hablo de números que tanto les gustan a algunos, hablo de sentirse
pequeños, de dialogar con otros, de escuchar, la Iglesia no acapara todo
el Reino. Dios tiene sus caminos para llegar a todos los hombres, el
Reino es de Dios, no perdamos nuestra capacidad de asombro, Él es el que
hace crecer, el que salva. No queramos explicarlo todo, hay caminos en
la historia y en la vida personal, que nos demuestran que con poco, se
puede conseguir mucho, que lo que parecía insignificante, transforma
muchas realidades.