La película está inspirada en la historia de Ramón Arroyo, un joven
treintañero, padre de familia y que vive para el trabajo hasta que su
cuerpo empieza a fallar y es diagnosticado de esclerosis múltiple. Todos
los estudios médicos que le realizan pronostican que en un año no será
capaz de caminar ni cien metros. Tras la crisis personal, no aceptación
del diagnóstico decide plantarle cara a la enfermedad, a su vida y se
apunta a una de las pruebas deportivas más duras: el triatlón “iroman”.
Con la ayuda de su mujer y el gruñón de su suegro, inicia el
entrenamiento que le ayudará a luchar contra sus limitaciones,
demostrándoles a todos que “rendirse nunca es una opción”.
Piensa un momento, ¿Cómo reaccionarías si en un momento determinado
de tu vida, donde parece que todo marcha “viento en popa”, te
diagnostican una enfermedad incurable y a la que tendrás que “estar
atado el resto de tu vida”?.
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La película pretende normalizar y dar a conocer la enfermedad de la
esclerosis múltiple, “la cara no tan buena de la misma”, siendo
respetuoso con los enfermos, y hacerlo desde un punto vitalista y
esperanzador. También nos enseña que no todos los enfermos son iguales, y
cómo ante una misma situación reaccionamos de formas diferentes, unos
con vitalidad y optimismo y otros con amargura y pesimismo (como Mario).
Lo que para cualquier persona habría sido una tragedia insuperable,
para Ramón se convierte, después de superar la primera y terrible fase,
en un reto. Toda una lección para nuestra vida para poner valor a lo que
somos y tenemos y saborear cada momento de nuestra vida. Ramón nos
demuestra que uno nunca debe rendirse y que, incluso en los peores
momentos, hay que seguir hacia adelante.
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“100 metros”, es drama y es comedia (como la vida misma), y nos
muestra la capacidad de superación del ser humano. Ramón se hunde, llega
“hasta el fondo” pero encuentra la fuerza necesaria para hacer lo
imposible. Transmite vitalismo, esperanza y optimismo. Una sabia lección
de vida que nos muestra que en la mayoría de las ocasiones nosotros
podemos ser nuestro mejor amigo y que con ganas, fuerza e ilusión si
quieres puedes conseguirlo… y también podemos ser nuestro peor enemigo
(como Mario).
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También resulta muy interesante, el papel que juega la familia,
para sobrellevar la enfermedad. El protagonista tiene dos grandes
aliados: su mujer, Inma (cuando Ramón habla de la enfermedad lo hace
en primera persona del plural para incluir a su mujer Inma, afirma que
el “diagnóstico es de los dos”); y su suegro, Manolo, ambos se odian
pero se necesitan mutuamente, regalándonos los momentos más entrañables
de la película. Ambos aprenderán a quererse.
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“100 metros” nos introduce en un
profundo viaje por las emociones más humanas y ayuda a hacer visible
esta enfermedad tan desconocida para muchos de nosotros.
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