JUEVES SANTO: EL AMOR SIN LÍMITES

Hoy es un día para centrar la mirada en Jesús que se hace pan partido, que se hace sangre derramada. Hoy es un día grande, para celebrar el amor que se hace comida y bebida en la eucaristía. Servicio en los sacerdotes. Solidaridad repetida por todos los rincones en el nuevo mandamiento. Jesús se hace eucaristía. Ha llegado su hora. La hora de su Pascua. La hora del servicio, de amor, de la entrega. En el lavatorio de los pies a sus discípulos, su amor no queda en las palabras ni siquiera en los signos. Su amor pasa a la entrega de la vida; al amor sin límites. Nosotros somos invitados a participar de la eucaristía de Jesús en su entrega.

Bienvenidos a esta fiesta. Acomodaos. Vamos a celebrar. Y celebrar significa vivir sin tener en cuenta el tiempo ni el reloj. Se trata de disfrutar de la presencia del otro, disfrutar de la presencia de Dios que lo inunda todo. Hoy está aquí de manera especial, contemplándonos, igual que contempló a su Hijo aquella tarde, la víspera de la Pascua. Imaginémonos aquel instante, Jesús sabe lo que le espera. Su tiempo está acabándose. Por eso prepara todo con sumo cuidado. Imaginaos, es su última cena, la última tarde que va a pasar con sus amigos. ¿Somos capaces de intuir cuánto amor hay en sus palabras: “He deseado tanto celebrar la Pascua con vosotros”? Esas mismas palabras nos la dice hoy a nosotros: “Estoy deseando celebrar la Pascua con vosotros, contigo”.

Símbolos y momentos:

LAVATORIO DE PIES:
 
Jesús, al lavar los pies a sus discípulos, no sólo hace un gesto de amor y de servicio, sino de aceptación de toda la persona. Lavar los pies a alguien era una tarea de esclavos, sobre todo porque era bastante desagradable. Lavar los pies a alguien es aceptarle tal como es, empezando por sus defectos, por su miseria. Lavar los pies a alguien es reconocerle como superior. Jesús no tuvo ningún reparo, aunque era un gesto de humillación. 


RESERVA DEL SANTÍSIMO:

Jesús no va a habitar, no va a estar donde se encuentra siempre en nuestras iglesias y capillas. Hoy, en todo el mundo, Jesús es trasladado, como tantos hombres y mujeres que tienen que salir de su hogar. Jesús hoy, también, es un refugiado, sale de su sitio de siempre. Y es que la entrega exige, obliga, a salir de nosotros mismos… a salir de nuestras
comodidades, de nuestros “lugares de siempre”. 

HORA SANTA - GETSEMANÍ:

La escena del huerto de los olivos es la más desconcertante y, probablemente, la más dramática del Nuevo Testamento. Es el punto culminante de los sufrimientos de Cristo. Esta imagen; la imagen de un Dios caído, temblando, lleno de miedo, tratando de huir de la muerte, mendigando ayuda, es algo que se escapa a nuestra imaginación. Esto genera en nuestras mentes vértigo. Sí, vértigo: eso es lo que produce, a cualquiera que tome la situación en serio. Es la imagen de un Dios acorralado por el miedo, de un redentor que trata de esquivar su tarea, la figura de alguien que, poco antes de hacer girar la historia del mundo, tiembla como un chiquillo asustado en la noche.