“Les pido que sean protagonistas del cambio (Papa Francisco)
Hace tres años terminaba mi experiencia misionera diciendo que la
misión te cambia por dentro y por fuera y te hace renacer al mundo. Y no
me equivocaba, podría repetir esas palabras a día de hoy, después de ya
unas semanas aterrizada de nuevo en España. Quizás la misión más
importante durante este tiempo ha sido el día a día. La misión en casa,
en el trabajo, la misión con los compañeros, la familia, los amigos, la
misión en la calle, en las vivencias y las experiencias. Y no es fácil.
No es fácil llevar todo lo vivido al día a día. Es imposible cortar a tu
mente y que deje de pensar en lo vivido, lo sentido y que se ponga a
pensar y proyectar en el aquí y ahora. Pero creo que eso es parte del
proceso personal de uno mismo, lograr de llevar todo lo bueno a lo bueno
que podemos aportar en los diferentes aspectos de nuestra vida y ayudar
a que otras personas sientan ese deseo de aportar parte de su vida y su
tiempo a entregar lo mejor de sí mismos allí donde se necesite.
Creo que vivimos en un mundo que está excesivamente comunicado,
tenemos exceso de estímulos que buscan respuestas y el amor cada vez
deja de tener el sentido que debiera y ya no hablemos del amor por los
demás… Hay muchos que nos negamos a ver las oportunidades que nos pone
Dios en nuestro día a día, y nos cegamos, pero si le dejamos entrar y
confiamos en él, podemos ver que nos pide, a gritos, ser misioneros de la sal y testigos de la luz.
Eso mismo es lo que siento dentro. Cuando Dios te pide un Sí, hay que gritarle aquello de ¡Aquí estoy! , cuando
Dios llama no da una perdida y cuelga para que veas que te ha llamado.
Llama y llama tan en serio y a través de tantas personas que el resto
viene dado.
Este año he tenido la oportunidad de acompañar al grupo de misioneros
en Quito, en nuestra querida parroquia de La Argelia. Creo que todo
queda dicho, pero destaco a estas personas con las que he compartido
tanto, Sara, Inés y Ramón, han sido y son pura luz y doy gracias de
tenerles cerca en mi vida. Con ellos crucé el charco con esos 9.000km
que nos separan de allá. No es fácil dejar tu país, tu casa, tu familia,
tus cosas, por irte fuera, o ¿sí? Pues realmente sí que es fácil cuando
hay algo muy dentro de ti que te pide salir fuera y dar todo lo que
tienes donde te necesitan. Es por eso, que todas esas ilusiones poco a
poco fueron viendo la luz. Llegamos allá con la mejor de nuestras
sonrisas y la mayor de nuestras ilusiones proyectadas en diferentes
acciones y proyectos que se desarrollan allá. En la Argelia la acción
social es “brutal” y hemos podido colaborar y dejar lo mejor de nosotros
en la pastoral de la salud, pastoral juvenil, grupos matrimoniales,
campamentos vacacionales, comedor social, callejeros de la fe, misiones
en la parroquia…
Allí
intentamos dejar lo mejor de nosotros mismos en cada momento. Recuerdo
la mano de cada anciano del centro de día buscando fortaleza, recuerdo
los brazos tendidos de cada niño en los campamentos, buscando ese cariño
y ese formar parte de algo, recuerdo la alegría de los jóvenes de
sentirse únicos, parte de algo muy importante, recuerdo las palabras de
cariño de ya amigos ecuatorianos, siempre con sus brazos y casas
abiertas, recuerdo la acogida de los religiosos, nunca faltó nada, son
alma pura, recuerdo las lágrimas contenidas de todas las familias que
viven una situación adversa, recuerdo la impotencia ante las personas
que atendemos en la calle, recuerdo el olor a cilantro y seco de pollo
cuando repartíamos cada comida del comedor social y recuerdo tantas
otras cosas a las que no hace falta ponerles nombre, porque forman parte
ya de mí.

Las
gracias se quedan cortas y se transforman en abrazos cargados de vida,
de experiencias en la maleta y de vivencias y sentimientos en el
corazón. Ojalá seamos muchos altavoces los que, a la vuelta, sigamos
gritando con la voz de los sin voz, sigamos pisando los charcos,
rompiendo molduras, soñando en grande y siendo testigos de tanto bueno
gritando eso, como decía Kairoi, que se puede llevar luz si es la
eterna, que se puede ser sal de la tierra de la que da sabor bueno y que
se puede ser pan si es del que acoge y alimenta.
Y tú, que lees esto, que tienes ese gusanillo, esa inquietud. No
tengas miedo, grita ¡Aquí estoy! Vive algo único, diferente, algo que te
cambiará para siempre.
“Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a
las inquietudes sociales y políticas que se van planteando en diversas
partes del mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se
metan en el trabajo por un mundo mejor.” (Papa Francisco)
Gracias Ecuador. Gracias”.
Noelia Rodríguez
Madrid
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