Vaya, Magdalena… la del corazón roto. La que no se esconde al final, digan lo que digan los judíos o los romanos. La que, viendo a Jesús roto, te rompes un poco tú. Porque le quieres, porque con él has vivido el perdón, la dignidad profunda y te has sentido parte del círculo de quienes han compartido su vida, sus días de camino y sus proyectos de Reino.
"El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…"
Sobre María Magdalena se habla mucho. En ella se “unifican” tantas Marías de los evangelios: que lloran a los pies de Jesús, que son perdonadas por su pecado, que le siguen sin fisuras. Hay quien quiere ver en ella a una mujer enamorada, ¿y quién no, de alguien como Jesús? Es la que también ha sentido cada golpe como propio, y ante la cruz se ha visto morir un poco. Es la que, en la hora más oscura, del fracaso y el dolor, sigue dispuesta a dar la cara y a defender aquello en lo que ha creído. Y tal vez por eso, es la primera que va a descubrir al Jesús vivo.
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"El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…"

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PÁRATE
¿A qué o a quién soy yo “fiel” en mi vida?
¿Dónde se pueden vislumbrar destellos del Dios vivo?
¿De alguna manera el evangelio es para mí fuente de dolores y de alegrías?
¿A qué o a quién soy yo “fiel” en mi vida?
¿Dónde se pueden vislumbrar destellos del Dios vivo?
¿De alguna manera el evangelio es para mí fuente de dolores y de alegrías?