Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.
Seguirle lleva consigo penurias y sacrificios pero vale la pena porque es la única manera de construir la fraternidad, de dar pasos que superen el odio y la guerra, de crear espacios para la esperanza y la vida.
¿Quién es Jesús para nosotros? Para responder a esta pregunta, debemos ahondar en lo más profundo de nuestro corazón, allí donde hemos experimentado el amor gratuito e incondicional de Dios. En esa respuesta nos jugamos la vida. En esa respuesta nos jugamos el futuro, nuestro futuro. Porque no son sólo unas palabras. La respuesta la damos con la vida, día a día, amando, luchando, levantándonos cuando hemos caído, esperando, dando la mano al hermano.