Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Ser cristiano, ser libre
El cristiano no es un eterno infante. Obedece de forma adulta, libre y responsable, a la voluntad de Dios, que se concreta en crear fraternidad, en buscar el bien de los que nos rodean. Por más que eso signifique sacrificio y hasta la pérdida de la propia vida, de la propia fama o ser mal visto por los demás.
No seamos niños. Tomemos el camino de la libertad porque “para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.” Y pongamos nuestra vida al servicio del Reino, de la fraternidad. Entonces conoceremos que nos guía el Espíritu y que ya no estamos bajo el dominio de la ley.