El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. 2 Cor 5,17
Una figura de hombre joven ocupa casi la totalidad del cuadro excediendo su superficie. Está vestido con ropas modernas y su movimiento y volumen es poderosísimo. Un intenso color azul matizado en casi todas sus gamas se funde con el negro del fondo. “Como en el Génesis, dice Teresa, me gusta partir de los fondos negros, que no los considero pintura sino vacío y tinieblas. Sobre ese vacío del negro, ausencia de todo, trato de iluminar con luz las figuras que emergen.
Pero con una luz hecha de amor trascendente, que aún en las situaciones más oscuras de la vida de cada hombre, le dé una esperanza definitiva de luz y de amor. Esa luz esperanzadora que disipa las tinieblas no es otra que la Luz absoluta. Es decir, Dios. La luz frontal y desde arriba recorta la expresión de la cara, la camisa blanca, y el movimiento decidido de la pierna hacia adelante. Todo es dinamismo.
El estudio del volumen tratado de una forma geométrica, casi cubista y la intensidad del color le dan una fuerza expresiva tan intensa que parece que el espectador debe apartarse para dejar pasar al discípulo.
1. Ser nuevos
2. Vuelve a la vida
1. Ser nuevos
2. Vuelve a la vida