Con el corazón en el domingo

[...] Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. [...]

No basta con buscar la justicia, el tanto por tanto, el ojo por ojo, el favor por favor. Jesús pide a los que le escuchan que den un paso más. Se trata de “no hacer frente al que nos agravia”. Así de sencillo y así de complicado. Se trata de rehuir a toda cosa el conflicto. Parece que no hay ningún honor que defender. Frente al hermano lo más importante es cuidar la buena relación. La fraternidad se establece como el más importante de los valores. Es el centro, la piedra angular, de la vida del seguidor de Jesús.


Ni “ojo por ojo” no “aborrecer al enemigo”. Precisamente hay que hacer lo contrario: amar a los enemigos y orar por los que nos persiguen. No hay que defender ni la institución ni el honor ni nada parecido. Más bien hay que ceder terreno continuamente, dejar que se aprovechen de nosotros. Para decirlo en un lenguaje más castizo: “hay que ser primos”. Precisamente lo contrario de lo que dice el refrán conocido: “Hay que ser buenos pero no primos”.