En 1948, la recién fundada Naciones Unidas, la mayor organización internacional existente, aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento que contenía implícitamente los DERECHOS DEL NIÑO, aunque sin concederles toda la relevancia que se merecen.
Más tarde, la ONU determinó que fuera el Fondo Internacional de
Emergencia de las Naciones Unidas para los niños (UNICEF) el organismo
encargado de la protección de los menores. Desde entonces se ha empleado
a fondo para PROTEGER JURÍDICAMENTE A LA INFANCIA, y fruto de sus
debates nació, el 20 de noviembre de 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño.
Desde que se aprobara el documento en la Asamblea General de las
Naciones Unidas han ido poco a poco ratificándolo los diferentes países
de los cinco continentes. En la actualidad son 191 los países que han
ratificado la Convención. A lo largo y ancho del mundo, todos los países
se han dado cuenta de que es sumamente importante proteger al colectivo más inocente de la sociedad.
Los niños, valga la redundancia, son niños, y hay que cuidarles y
protegerles jurídicamente, a todos los niveles, y de forma contundente
hasta que cumplen los 18 años. Así, los niños y niñas son sujetos de sus derechos, Y es tarea de los adultos velar por su cumplimiento.