Testimonio Pascua Juvenil: "La búsqueda de la A"

Cinco días, ¿no es mucho tiempo verdad?, pues en cinco días mi vida ha cambiado más que en quince años. En cinco días he conocido a gente maravillosa, he hecho cosas inimaginables y le he encontrado un sentido nuevo a mi vida, pero nada de esto hubiera sido posible sin Él. 

Él ha conseguido entrar en mi corazón y desordenarlo todo, derrumbar todos los falsos pilares sobre los que había asentado mi vida y enseñarme a qué estaba llamado. Me ha enseñado a amar, a reír, a llorar, en definitiva, me ha enseñado a vivir de una forma totalmente nueva, pero sobretodo me ha enseñado donde he de buscar la felicidad. La felicidad, ese bien tan preciado, ese tesoro que todos buscan y muy pocos encuentran… He tenido la gran suerte de que Jesús me ha enseñado donde encontrarla. La felicidad se encuentra en la búsqueda de la “A”. Pero, cómo hablaros de donde buscar la “A” sin saber lo qué es.

Para explicaros qué es la “A” tengo que contaros lo que me susurró Jesucristo un tarde de pascua: “He muerto por ti, vive por mi”. Vivir la vida que nosotros le arrebatamos, vivir como el vivió, vivir según lo que el creyó, vivir para crear el mundo en el que él creía. Creer y crear, las dos palabras que todavía resuenan en mi cabeza… ¿Solo difieren en una letra verdad?, pues bien, esa letra es la clave que me confió Jesus aquella tarde para ser feliz, puede sonar simple, casi ridículo, pero esa “A” es la que lo cambió todo, esa “A” le ha dado sentido a mi vida. 

Para encontrar esta “A” hay dos partes, la primera es la más sencilla: Actuar, es fácil, si Cristo bajara de la cruz y te dijera haz esto o haz lo otro, ¿lo harías sin vacilar verdad?; pero ahora llega la parte difícil, Arriesgar, arriesgar tu vida por seguirle, arriesgar todo lo que tienes por todo l o que crees, ¿difícil verdad?. Pero creedme, merece la pena ya que todo esfuerzo se ve recompensado y este no es una excepción. Si de verdad consagras tu vida a esta búsqueda obtendrás una gran recompensa, la mayor de todas: La felicidad, o lo que es lo mismo, el amor de Dios. 

Eugenio Collado (Madrid)