El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una
pequeña isla. Estaba orando fervientemente y pidiendo a Dios que lo
rescatara, y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero
ésta nunca llegaba.
Aburrido y para pasar el rato empezó a construir una pequeña
cabaña para protegerse y proteger sus pocas pertenencias. Un día,
después de andar buscando comida por el interior de la isla, regresó y
encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el
cielo...Todo lo poco que tenía se había perdido. Desesperado, cayó de
rodillas en la playa y le gritó a Dios:
-“Dios mío, ¿cómo pudiste hacerme esto?
Y se quedó dormido por la tristeza sobre la arena.
Temprano, a la mañana siguiente, escuchó asombrado la sirena de
un barco que se acercaba a la isla. Al principio creyó que se trataba
de un sueño. Pero ante el repetido sonar de la sirena, se convenció de
que era verdad: ¡¡¡venían a rescatarlo!!!
Una pequeña lancha se acercó hasta la orilla y unos marineros lo invitaron a subir.
El pobre náufrago sólo acertó a preguntar:
-Pero, señores, ¿cómo supieron que yo estaba aquí perdido?
-Vimos las señales de humo que nos hiciste, respondieron ellos.