En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la
gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar
alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser
que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos
cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los
dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos,
los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la
gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
En la liturgia recordaremos la multiplicación de los panes y los peces, y
aunque sobraron doce cestos, el Evangelio nos sigue diciendo: “Dadles
vosotros de comer”. El milagro se obró probablemente, cuando todos se
pusieron a compartir lo poco o lo mucho que tenían. Vivir la
fraternidad, el sentido comunitario...
Y al salir a la calle, el Santísimo irá buscando a los jóvenes sin
trabajo, recordará a los que se fueron, a los de la dependencia, a los
ancianos y enfermos, a los que viven en el paro, a los de la plataforma
de apoyo contra la hipoteca y a los desahuciados, a los extranjeros y
refugiados, a los toxicómanos, a la madre que saca a los hijos adelante,
a las prostitutas y las de la trata de blancas y a tantos otros. Mirará
con cariño detrás de Él, a los políticos, los sacerdotes, los niños de
primera comunión, la gente de orden, los que justifican esta economía y
esta situación y esperará que su presencia nos cambie. No en vano es el
día de Cáritas y se mostrarán en las plazas aquellos eslóganes, que no
desentonarían en la Puerta del Sol: “Vive sencillamente, para que otros
sencillamente puedan vivir”, “¿Qué has hecho con tú hermano?” y este año
“Practica la justicia, deja tu huella”.
“¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues
vivimos, anunciamos algo nuevo”, nos decía Gabriel Celaya. “Todos somos
llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada
comunidad discernirá, cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos
somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y
atreverse a llegar a todas las periferias”, nos recuerda el Papa en la
Evangelii Gaudium. Salgamos: y en nuestras ciudades, pueblos, barrios,
en nuestros trabajos, con nuestros vecinos, en la familia, con nuestros
hijos, en la escuela y en todos los sitios donde estemos, anunciemos
algo nuevo. La Buena Noticia, el Evangelio, el Reino, que consiste en
ser, no en tener, y en ser para los otros. Si somos capaces, de lograr
un equilibrio entre nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar,
lograremos mejorar nuestro entorno, haciendo posible que nuestra huella
sea capaz de transformar la realidad actual.