Resulta curioso ver en los niños pequeños los cambios de hábitos que han tenido. Los dibujos animados en los que pone To be continued...
al final del capítulo ya son historia. No les atraen las cosas que les
hagan esperar. Todo tiene que pasar durante el episodio. A los adultos
nos pasa algo parecido.
Whatsapp, la aplicación de mensajería instantánea dejó de funcionar
hace un par de días durante dos horas. Es el medio de comunicación por
excelencia. Si queremos algo, escribimos. Si no nos contestan pronto,
nos impacientamos. Quizá uno ya no se plantea la vida sin whatsapp. Pero
se le podría dar la vuelta y soñar cómo sería la vida sin esa
aplicación. Si fuéramos capaces de disfrutar del apagón virtual, y hasta
buscarlo, en lugar de vivir enganchados a la red de contactos.
Lo primero que haríamos sería disfrutar del momento.
Cantidad de veces. por querer enviar la foto, comentar la historia, o
simplemente buscar compañía y entretenimiento, hemos acudido a whatsapp y
nos hemos ido de donde estábamos. Me tendría que enfrentar yo solo a mí
mismo. Seguro que habría muchos descubrimientos, tanto externos como
internos.
Relaciones en persona. Relaciones donde ya no
valdría con escribirnos de vez en cuando. Humanizaríamos esas
relaciones, y pasaría a ser importante ver a la otra persona, darse un
abrazo o tener conversaciones de calidad. Se pondría atención a los
detalles que surgen alrededor.
Y quizá, lo más importante, tiempo de calidad. Nos
hemos acostumbrado a coger el móvil cada pocos minutos, que alguien esté
hablando mientras nos metemos en whatsapp. Pero se cae en el peligro de
no estar en ningún sitio de verdad. Se necesita prestar atención,
valorar a la gente con la que estés, dedicándote a ellos. Dar la
posibilidad a que surjan cosas, o simplemente, estar.
Despertémonos mañana y tratemos de ver el amanecer. Caminemos y
observemos alrededor, a la gente. Contemos las historias en persona.
Busquemos a la gente. Encontrémonos a nosotros mismos. Y el apagón será
la puerta de entrada de otra luz.
Jaime Villanueva, jesuitas