Pentecostés inicia el tiempo de la Iglesia. Si el Espíritu nos ha
congregado en esta Eucaristía, ahora nos envía, para que seamos en todas
partes los testigos de una novedad: es posible saltar las barreras del
individualismo y del miedo, para compartir la misma fe, el mismo pan y
la misma lengua. Salgamos a anunciar que el Espíritu del Señor, renueva y
repuebla la faz de la tierra.