Con el corazón en el domingo

Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»Su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él diga.»Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.»Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»


El significado es sencillo: la fiesta de los hombres se había acabado. Ya no había más vino en la historia. La boda ya no era expresión de vida. La alegría estaba a punto de convertirse en tristeza. Pero la presencia de Jesús devuelve la fiesta a su ser. Jesús es el vino que nos trae la alegría. No es un vino normal. Es el vino bueno, el que eleva la calidad de la fiesta, el que da a la vida sentido y esperanza a los que participan en ella. Ha venido Jesús y su presencia es fuente de vida y esperanza, de alegría y gozo.