Con el corazón en el domingo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

La predicación de Jesús tiene un toque horizontal. Él también da normas como buen maestro que era. Pero sus normas no se orientan primariamente a estar a bien con Dios. No determina ni las oraciones ni el tiempo que hay que dedicar a rezar. No dice que haya que ir al templo de Jerusalén ni a la sinagoga. Pero tiene clarísimo que no ha venido a abolir la ley sino a darla plenitud. Y para ello nos da un pescozón y nos invita a mirar a ras de tierra.