¡Sé como el Dios que te ama! ¡Sé perfecto!
¡Qué difícil! Jesús pide demasiado. Total, para no conseguirlo, mejor no intentarlo. Además, equivocarse es humano. Querer ser perfecto es antinatural.
¡Qué peligro! Hablar de perfección en un mundo donde la angustia y la ansiedad hacen estrago en todos nosotros. Y ¿por qué? Por perfeccionismo. Buscamos la perfección a todo trance, nos exigimos cuadernos impolutos, expedientes inmaculados, cuerpos vigorosos y proporcionados... Si hay algo que no se tolera en este mundo es, precisamente, la imperfección.
Pero Dios es perfecto de otro modo. Tan perfecto es que, cuando nos pide ser perfectos como él, lo hace esperando, sabiendo de qué pasta estamos hechos, celebrando cada pequeña conquista que nuestra voluntad hace a nuestra presunción.
Nos vemos hoy a las 19:00. Qué tengas una semana ¡perfecta!