Leo al final de una sinopsis: “¿Qué podemos esperar de esta película? Mensaje religioso en el ambiente y basada en hechos reales. O un aburrimiento, o toda una revelación…
Y zas! Señores, aquí les presento un pelotazo, un acontecimiento sobresaliente que ha provocado el entusiasmo del público y de la opinión generalizada de críticos, ya sean creyentes o puros agnósticos. Y sería tema de un estudio serio y sosegado el hecho de que viviendo como estamos en tiempos esencialmente descreídos, emerja la necesidad por un cine religioso o por lo menos, por un cine que aborde frontalmente el tema de la espiritualidad.
No es algo nuevo; hace unos años el documental El gran silencio cosechó un éxito impensado, y hace bien poco la película La última cima se convirtió en todo un fenómeno subterráneo en la cartelera española. Además, en el día que empiezo a escribir estas líneas se estrena, al menos en las grandes ciudades de nuestro país, Thérèse, peli francesa sobre Teresa de Lisieux y que es del año ochenta y seis. Algo está pasando y es algo bueno. Por fin se están realizando extraordinarias películas religiosas para ser vistas por todo tipo de creencias y pensamientos sin caer en lo ridículo o en lo melifluo, sin ninguna necesidad de vender lo que en muchas ocasiones no somos, sino al contrario exponiendo con transparencia y veracidad aquello que sí somos y creemos, con nuestras equivocaciones y aciertos, con nuestras luchas internas y deseos, con nuestra humanidad y nuestra fe.

Aunque golpea directo en uno de los temas contemporáneos más candentes como es la relación entre el Islam y el post-colonialismo europeo, De dioses y hombres evita el sensacionalismo y los mensajes simplistas; incluso el terrorista islámico es escuchado, demostrando que en lugar de infligir daño, es capaz de un generoso y sincero comportamiento. Pero no todos son así, y al final estos personajes ejemplares son exterminados por la barbarie fundamentalista y el odio ciego al extranjero que practican los ortodoxos salvapatrias. No está absolutamente clara la identidad de sus asesinos, pero eso quizá ya de igual.
(Continuará en la II parte...)