VIERNES SANTO: SED

Tengo Sed (Jn 19, 28)
Grita el hombre con la garganta reseca. Quiero justicia, clama la joven utilizada en los burdeles del mundo. “Pan”, pide el niño con la barriga inflada de aire y de hambre. Paz, exclama el testigo de atrocidades sin fin. Amor, pide el muchacho solitario por ser extraño. Casa, sueña el mendigo que duerme en un banco. Trabajo, suspira una joven que se siente fracasar. Libertad, escribe el presidiario en sus poemas. Salud, recita el enfermo desde su cama... Voces de pena, voces de llanto, voces que reflejan los dolores del mundo. Hay alaridos, y también susurros, todos cargados de pena.
Tu voz en la cruz recoge todos esos aullidos de la humanidad rota. Y no hay explicación. No hay sentido. No hay justicia. Sólo un grito más: “Basta ya”.

Piensa...
Es lo mas pequeño que Jesús gritó desde la cruz, pero una de las cosas mas humanas y mas profundas.
La sed es algo profundamente humano y natural, tan necesario para conservar la vida tanto casi como la misma existencia de Dios que nos conserva; pero la sed de Cristo es mucho mas profunda no puede ser calmada solo con agua, es la sed de que todos sus hermanos puedan tener agua y comida suficiente... es la sed de los pobres de ayer, de hoy y de siempre.
  • ¿Es mejor ser sordo o atreverse a escuchar?
  • ¿Qué gritos escuchas tú? ¿Cerca? ¿Lejos?
  • ¿Qué puedes hacer?
SIENTE...

El amor de Dios, que ayer celebramos, se hace hoy “amor hasta el extremo”, hasta la propia muerte. Cristo, que se despojó de su categoría de Dios y se metió hasta el fondo en los ambientes de los hombres, ha llegado hasta el final. Cristo se ha identificado con los más pobres y ha muerto: lo han matado.Pero por la muerte de Cristo, nosotros podemos llegar a la vida y, por su Cruz, podemos alcanzar la Salvación.
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