Despertar con los peores pelos de tu vida. Ir totalmente indecente a todos sitios. Meter el saco por las mañanas parece misión imposible. Helarse de frío por las noches, el mismo que te acompañará en la ducha al día siguiente. Curar ampollas con betadine. Arrepentirte de no haberte llenado el pie entero de vaselina, ahora notas las ampollas muchísimo más. El monitor echa la bronca cada noche, pero al día siguiente te recibirá con una sonrisa en el kilometro 5 para reponer fuerzas y decirte que vas bien, aunque sabes que no es cierto del todo. Dormir apelotonados en una colchoneta. Ahora aprecias lo que tienes, sabes que mucha gente pasa así toda su vida y tú tienes todas las comodidades del mundo.
Llegar a lo más alto de la cuesta más alta del camino y contemplar lo bonito que es todo. Ir dirección a los molinos, pero los molinos están muy lejos. Hacer lo que quieres, dentro de unos límites. Eso te hace ser feliz.

Volar. Escuchar la canción que te da fuerzas. Porque toda canción te recordará al camino, quieras o no. Adrenalina. Sabes que estás totalmente derrotado, pero eso es lo de menos, tu corazón es más fuerte que cualquier tobillo inflado. Agradecer. Despertar un día llena de coraje para llamar a alguien y decirle que le agradeces todo lo que ha hecho por ti, decir: te quiero.
La gente confía en ti y eso es lo más importante. Una vez en el camino te demuestran que saben luchar por ti, que están a tu lado, que quieren ayudarte. Recibir una noche de charla con alguien fuerte, del que aprenderás que tus problemas son ínfimos. Mirar a alguien para saber que todo fue fallos y que el pasado está para ser pisado. Reconocer tu error en aquel momento y darte cuenta de que los sentimientos merecen la pena, que no todo es una camino de rosas pero tampoco un valle de lágrimas. Comprender que hay que dejarse guiar por las señales. Eso es, señales. Son lo más importante del Camino. Eso te ayuda a olvidar todos tus miedos.
Sonrisas. Mil y una sonrisas unidas que han formado la mejor experiencia de mi vida.
No todo es como te lo esperas y hasta las moscas pueden fallarte. Pero eso no es un problema, porque somos leones y no huevones. La soledad de la habitación nunca es buena para echar de menos a mamá o a la hermanita o al que ya se ha ido para siempre. Ese que sabes que desde arriba está orgulloso de ti, que te cuida y que gracias a él has conseguido superarte.
El Camino es como la vida. Con todas y cada una de las experiencias aprendes. Creo que es el principal logro: aprender. La meta en el Camino es Santiago, pero lo importante ha sido lo que has recorrido. Ahora toca plasmar lo que has aprendido, escoger tu meta y no retroceder en ningún momento.
Querer es poder. Nunca lo olvides. Alguien sabio dijo que el fracaso es no intentarlo. Objetivo conseguido aunque fuese al final de camino.
Esa sensación de que has madurado gracias a todos los que han tirado de ti y se han dejado conocer.
Cristina Mercado (Madrid)