Testimonio Campamento Betel 2011

Empezar a hablar de 12 días con gente increíble no es fácil. Éramos muchos y distintos pero cada uno teníamos algo que nos hacía especial. Yo era el primer año que estaba por allí y no voy a negar que al principio me daba miedo. Ahora mi sensación es completamente distinta. Me llevo juegos, dinámicas, tardes de piscina, talleres y oraciones, pero sobre todo, me llevo a mucha gente, que como he dicho antes, es increíble.
Una simple sonrisa o una mirada al levantarte hacia que el día empezase de forma distinta. Cada canción que sonaba por la mañana anunciaba que algo estaba preparado. Un desayuno nos indicaba que nos quedaba mucha energía por delante. Fueron nuestras banderas de principio de campamento las que hicieron grupos para jugar y divertirnos. También hemos tenido tiempo para reflexionar y acercarnos a los demás, pero creo, que sobre todo hemos tenido una oportunidad de conocerle más a El, a Jesús.
Hemos vivido juntos muchos momentos y todos de forma intensa. Creo que los monitores hemos conseguido que ellos sintiesen una energía única en cada juego.
Fueron nuestras oraciones de por la noche las que nos ayudaron a poder construir ese corazón con velas. Cada vela era un milagro para nosotros. Y es que yo pienso que en ese momento, cada uno éramos milagro para alguien que estaba a nuestro lado.
Esa luz del corazón permaneció en el tatami, pero cada uno de nosotros estábamos siendo iluminados por ella a cada paso que dábamos. Nunca hemos olvidado nuestro lema y es que creo que por eso somos especiales. Hemos aprendido a pensar en los demás, a descubrirnos a nosotros y a buscar donde de verdad esta nuestra raíz.
También ha habido gente que a dicho adiós a esto. Dejaron el recuerdo de que pasaron por Betel, en este año y en anteriores, y eso no lo olvidarán.
Y es que creo que todo no es una simple casualidad. Lo hemos repetido muchas veces y entre todas concluir que la fe ha estado detrás de cada uno de nosotros no nos ha resultado difícil. Somos dehonianos y lo hemos sentido como tal durante todos estos días.
Para mi, todo esto lo resumiría en una palabra, GRACIAS. Gracias a cada uno de vosotros porque habéis estado allí, gracias por hacerme reír y llorar a vuestro lado y gracias a todos los que pensáis que es el corazón del Jesús el que camina con nosotros. Gracias porque poco a poco vamos descubriendo que de verdad, la raíz de todo si que está en el corazón.

Eva María Martín (Alba de Tormes, Monitora)