Testimonio EJD/JMJ: Ángel Kontara (Madrid)

Ante el ahogo, confía
Por fin se acabó todo. No veía la hora de que la espiral de calor, gente, cansancio y nervio terminara. Apuesto a que este ha sido el pensamiento de muchos voluntarios durante estos pasados días de agosto.
Es difícil coordinar a dos personas, así que imaginad lo imposible de organizar a 350. Repartir, guiar, explicar, traducir…agobio para todos, lo regalamos.
Fue una carga pesada sobre nuestros pobres hombros. Parecía que arrastrábamos una pesada piedra por un camino interminable, salpicado de reuniones continuas, malentendidos y despistes. A cada recodo, a cada curva, nuevos obstáculos. Normal que en ciertos momentos, agotados, abrumados decidiéramos soltar la carga y explotáramos como llenos de pólvora.
Sin embargo, ya todo ha acabado. Hemos llevado el peso hasta la meta y ya podemos descansar. Del esfuerzo realizado ya sólo quedan recuerdos, imágenes y, en mi caso, cierta satisfacción por la labor que hemos hecho.
Bueno, vale, no todo salió al pie de la letra, tal y como fue planeado, pero ¿a quién le importa? Al fin y al cabo la vida nunca sale como queremos. No se prevén los desmayos, ni los retrasos, ni los extravíos…pero también ellos son parte de la vida.
Seguro que muchos ya estarán trabajando y ya queda poco para el comienzo de un nuevo curso. Vuelta al cansancio, al nervio, la prisa y el agobio. No obstante, los que estuvimos allí somos distintos, o al menos a mí me gusta pensar así. Vendrán tiempos duros, de esfuerzo, pero saldremos adelante como hemos salido de estos días. Porque Él nos acompañará y ayudará como hizo esta vez. No te ahogues. Confía. Dale la mano y camina hacia delante. No tengas miedo de no tener qué comer. Él os ofrecerá lo mejor que tenga en su bolsa, sin reservas. No temas el calor. Él te enviará agua desde terrazas y jardines, para aliviarte.
Él estará con nosotros como siempre lo ha hecho, aunque no nos hayamos dado cuenta. No estamos solos, hay muchos como nosotros, toda una familia, una Iglesia, un Dios.
Ánimo a todos, mucha fuerza para seguir caminando. Tengamos fe, seamos humildes y confiemos en Él. Y sobre todo, amemos con paciencia y sin límites.
Ángel Ruiz Kontara (Madrid)