Levántate y anda

En unos días podremos escuchar el nuevo disco de Álvaro Fraile SOL.FE.ANDO


Con el corazón en el domingo

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

Llegamos al final del discurso del pan de vida. Durante el mismo Jesús, primero, ha alimentado nuestro cuerpo, enseñándonos que para poder repartir y que alcance para todos hay que estar dispuesto a compartir aun lo poco que tenemos. Y desde ahí nos ha invitado a elevar nuestra mirada al deseo de los bienes imperecederos, al deseo de otro pan, que él mismo nos da y que es su cuerpo entregado en sacrificio. Nos ha enseñado así que esos bienes imperecederos no se obtienen por la vía de la conquista, el esfuerzo o la violencia, porque no están al alcance de nuestras fuerzas, sino que son un don que alcanzamos por la vía paradójica de la entrega que Jesús mismo hace de su propia vida. De este modo nos ha introducido en una sabiduría, la sabiduría de la cruz, que trasciende la ciencia de este mundo. Y, llegados a este punto, Jesús nos cede la palabra, para que tomemos nosotros mismos una decisión. Del mismo modo que Yahvé no impone la salvación, sino que la propone mediante un pacto, así tampoco Jesús se impone por la fuerza (de ahí su renuncia a dejarse proclamar rey), sino que nos hace una propuesta, respetando en todo momento nuestra libertad.

Con el corazón en el domingo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»

La Palabra de Dios viene enmarcada este domingo por el tema de la sabiduría. A primera vista no parece tener una relación directa con el evangelio, en el que seguimos leyendo el discurso del pan de vida. El único vínculo visible es que la sabiduría divina se propone a sí misma por medio de un banquete. Para adquirir sabiduría hay que aceptar la invitación que ella misma cursa a todos los que la desean a participar de la mesa que ha preparado, a comer de su pan y beber de su vino. Una buena aclaración del sentido cristiano de esta sabiduría nos la ofrece Pablo en el texto de la carta a los Efesios. La sabiduría cristiana consiste en la sensatez y la sobriedad de vida, especialmente ante situaciones negativas. Ante los “malos tiempos”, como los que vivimos ahora, existe siempre la tentación no sólo de maldecir y poner mala cara, sino también de huir embotando nuestra conciencia, alienándonos del dolor que esa situación nos produce (y que puede ser global, social o estrictamente personal), por medio de la borrachera de vino, o de otras cosas: las drogas, los programas de televisión o el internet…

Cuento: Las olimpiadas


En una ocasión en la carrera de los 100 mts con obstáculos de las olimpiadas de 1980, salieron los 8 competidores.

El numero 5 tiro el primer obstáculo, luego el segundo y el tercero; su desesperación fue tanta que no pudo saltar totalmente el cuarto y tropezando y cayendo pesadamente. Desde el suelo vio a los demás alejarse, sin embargo se puso en pie y continuo la carrera; se dio cuenta de que su rodilla sangraba y que su pierna no tenía la fuerza necesaria por el golpe, pero aun continuo; tropezando mas adelante con otro obstáculo y cayendo nuevamente.

En ese punto ya los otros competidores habían pasado la meta y los que estaban alrededor de la pista le decían que saliera de la pista pues estaba sangrando y de todas formas ya no iba a ganar la carrera, pero este atleta no les hizo caso, se levanto y siguió adelante, su objetivo era llegar a la meta, y lo iba a lograr sin importar lo que pasara. La gente en las graderías estaba atónita al ver la persistencia de aquel hombre.

Finalmente llego al final de la pista, en ese momento todo el estadio olímpico se puso en pies, y estallo en una ovación al hombre que había demostrado que era lo más importante en una carrera: ¡Perseverar hasta el final sin importar los tropiezos!

David y Goliat

Compartimos un vídeo que resume de modo simpático la historia de David y Goliat. Está realizado con una técnica muy original y recoge de forma novedosa lo fundamental del célebre relato bíblico de I Sam 17, 1-58.
Así todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel; todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él os entregará en nuestras manos. El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien, a su vez, rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo: metió su mano en la bolsa, sacó una piedra y, arrojándola con la honda contra el filisteo, le hirió en la frente. Con la piedra clavada en la frente, el filisteo cayó de cara al suelo. Así fue como David venció al filisteo: tan solo con una honda y una piedra.
(I Sam 17, 48-50)


Con el corazón en el domingo

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."»
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

Voluntarios en Bahía

En lo que llevamos de verano, han sido unos cuantos voluntarios los que nos han visitado y trabajado en nuestras obras sociales en Bahía.
Procedentes del Fray Luís de León y de ESIC, han sido ocho los que han podido vivir la experiencia misionera. Sus nombres: Kristian, Pablo, Paloma, Elena, María, Irene, Lucia y Marina. Ellos han visitado nuestras comunidades del campo, y han trabajado en el comedor infantil de Fanca, en los Jardines infantiles, en el aula con niños discapacitados, en los microcréditos de Orbayu.
Además han compartido, y algunos están compartiendo aún, vida comunitaria y distintas celebraciones de fiestas de las comunidades, momentos de convivencia con los chicos de la “Domus Cordis”, etc.
Desde estas líneas queremos darle a todos las gracias por compartir con nosotros la misión dehoniana que tenemos en Ecuador. Nos consta que se sienten a gusto y que están viviendo experiencias que nunca antes habían tenido. Su deseo de cara al próximo año es el regreso y con más tiempo.