Reconcili-arte III - La trinidad

La original personalidad del Greco se manifiesta aquí todavía bajo la influencia de Miguel Angel (la monumentalidad de los cuerpos) y de la escuela veneciana (el uso del color: malva, azul, verde). El uso de la luz es cálido y sereno, lejos de las tormentosas sombras posteriores. La composición es muy original y presenta forma de corazón, dentro de la cual se desarrolla toda la acción del cuadro.

El centro del cuadro está dominado por el monumental y hermoso cuerpo de Cristo, alargado en su canon pero no tan estilizado como después gustará hacer. El espíritu innovador manierista se refleja en la serpenteante línea formada por la posición del cuerpo de Cristo y Dios Padre. La serenidad de los gestos y la belleza formal de los personajes divinos, contrasta con el patetismo de los ángeles.

Los colores brillantes, la pincelada precisa y suelta, el dibujo cuidado, los volúmenes vaporosos de los vestidos, junto con la envolvente luz celestial , dan a la escena una dimensión trascendente casi onírica. La escena está configurada como un “Trono de misericordia”, al estilo de Durero . El cuerpo del Hijo descansa todo su peso muerto en el regazo del Padre, que lo sostiene delicada y amorosamente. Entre ambos hay una contenida relación afectiva de extraordinaria belleza.