En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava [...]
Llega agosto y celebramos la asunción de la virgen María. Sí, de aquélla humilde doncella nazarena. La que se esposó con José y tuvo un hijo, de nombre Jesús, que salió por los caminos predicando del Reino de Dios, alimentando la esperanza de los pobres, acompañando a los enfermos, enfrentándose a los poderosos. Su hijo, de nombre Jesús, murió en la cruz, ajusticiado por las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. Su mensaje era demasiado revolucionario. En nombre de la paz, en nombre de la estabilidad, en nombre del bien común, se tomaron decisiones difíciles: eliminarlo. Luego, salieron los discípulos de Jesús –primero las discípulas– y dijeron que había resucitado. Y aquel fuego de esperanza y de vida siguió alentando por todo el mundo.
Hoy celebramos a María, la madre de Jesús. Es María, es la madre que da a luz un hijo, es la que alumbra la esperanza, la fuerza de Dios que barrerá el poder del dragón. Con él se establecerá el reinado de Dios, se vencerá a la muerte, se terminará con la opresión y la injusticia.
Hoy nos tenemos que unir a la celebración de la esperanza con María. Nos alegramos. Todavía no es realidad todo lo que dice el Magnificat (que forma parte de la oración de dos mujeres que se encuentran y que se saben embarazadas. Para las dos ha sido un pequeño-gran milagro esa presencia de nueva vida en sus vientres. Lo que era estéril ha quedado preñado de vida. Donde no había nada ahora hay esperanza) pero estamos trabajando en ello. Y Dios está con nosotros. Y no dejará de estar con nosotros. Estamos llenos de esperanza, de vida y de sueños. Porque el Poderoso va a hacer obras grandes por nosotros. Como lo hizo con María.