Traslada tu conciencia a un lugar muy bello, a un paraiso en esta tierra. Ponte en disposición de escuchar un cuento sentado comodamente para que puedas percibir de una manera vivencial lo que te voy a contar. Disfruta del paisaje, percibe el olor de las flores, de la hierba humeda de este gran paraiso.
Observa como vuelan las aves, siente el revolotear de las mariposas a tu alrededor, siente a todos los seres que te acogen con amor.
Dentro de este mágico lugar se encuentra un pequeño príncipe, con un corazón lleno de amor y un desbordante anhelo de vivir. Este príncipe tiene un padre muy generoso que le obsequia todo cuanto quiere. Como heredero de ese gran reino, tiene todo lo que un ser humano puede desear, todo esto le pertenece a él. Cualquiera daria todo por tener la riqueza que tiene.
Sin embargo, en su corazón sentia una profunda tristeza porque no era eso lo que queria, no eran riquezas materiales. Su naturaleza divina lo impulsaba a aspirar cosas que su padre no le podia dar, que no podia conseguir con toda su riqueza.
La gente del pueblo viendo su tristeza, no entendia por qué, si aparentemente lo tenia todo, no era feliz.
Un dia, jugando por el bosque, se encontro con un pequeño gnomo que percibió su tristeza y le preguntó:
— ¿Qué es lo que buscas, pequeño príncipe?
El niño viendo hacia el cielo, le respondió:
— Quiero una estrella, quiero ser como una de ellas, pero no sé como hacerlo. ¿Quién me podra dar esa estrella?
— Nadie te la dará, la estrella se tiene que conquistar: para llegar a ella, para ser como ella, puedes hacerlo solo a traves del corazón, del trabajo, del amor, sólo así podrás alcanzarla. Porque cada estrella es el ser que refleja la luz de Dios. Si quieres ser una estrella tendrás que trabajar mucho para convertirte en ella.
Si tienes el verdadero anhelo de ser una estrella, deberás trabajar desarrollando las virtudes. Sólo los que trabajan duro pueden ir reflejando la luz interior. Son los que perseveran, los demás se van quedando en el camino, atrapados por las trampas de la vida.