Una noche, mientras todas las personas dormían, los zapatos
del mundo entero se reunieron urgentemente. Aquello no podía seguir así. Los
zapatos de los pobres cada vez eran más pobres y los zapatos de los ricos eran
cada vez más ricos. Había que hacer algo ya que el mundo de los hombres no
hacía nada por cambiarlo.
Los zapatos se pasaron toda la noche buscando una solución. Y después de mucho debatir, los zapatos de los ricos decidieron lo siguiente:
-No daremos ni un paso más hacia la injusticia. A partir de ahora estaremos siempre al lado de los pobres.
Los zapatos se pasaron toda la noche buscando una solución. Y después de mucho debatir, los zapatos de los ricos decidieron lo siguiente:
-No daremos ni un paso más hacia la injusticia. A partir de ahora estaremos siempre al lado de los pobres.
Y así lo hicieron. A la mañana siguiente, cuando las personas ricas se pusieron sus zapatos para ir a sus bancos y negocios, no podían creer lo que les estaba pasando. Por más esfuerzos que hacían, no iban donde querían. Creían estar soñando, pero estaban bien despiertos. Sus zapatos se movían solos y caminaban sin ellos quererlo.
Los zapatos de los ricos les llevaron hasta donde estaban los pobres y se quedaron a su lado. Aquello era una locura. Intentaron quitarse los malditos zapatos, pero no podían. Probaron con tirarse al suelo y marcharse a rastras, pero los zapatos les hacían ponerse de pie enseguida.
No sabían lo que les estaba pasando pero lo cierto era que ahora estaban viviendo en las casas de los pobres. Y si querían comer tenían que pedírselo a ellos. Pero como los pobres tenían tan poco, los ricos comenzaron a pasar la misma hambre y la misma necesidad que pasaban ellos.
Sólo cuando decidieron caminar hacia la justicia, sus zapatos les dejaron marchar donde quisieron. Y al seguir este camino, repartieron sus riquezas y privilegios para que el mundo fuera más justo. Y desde entonces dejaron de haber ricos y pobres. Todos llevaban los mismos zapatos.