Recuerdo que la primera vez que entré en el asilo tenía
bastante miedo por lo que fuera a encontrarme, nunca había vivido una
experiencia así y estaba bastante asustada, recuerdo que el primer día tampoco
tenía ninguna ilusión y al ver las salas me quedé un poco desganada, creo que
no tenía ni idea de lo que iba a vivir allí y todo lo que vendría los
siguientes días.
Recuerdo la primera vez que vi a Susana, ella estaba como
ausente, sentada en una silla de ruedas enorme, nosotros habíamos subido a su
planta (mujeres arriba) a hacer una función de teatro, ese día habíamos
preparado una boda, recuerdo que no me fijé en ella hasta ese momento, se me
ocurrió llamarla: "!Susana!", susurré y a su vez sonreí, en ese
momento ella me miró, con esos ojos azules que tiene y me devolvió la sonrisa. Juro que no he visto una sonrisa más bonita en toda mi vida, desde ese momento
no me pude separar de ella. Los siguientes días estuvieron cargados de
momentos, algunos muy buenos y otros no tanto, las veces que estaba con Susana
eran maravillosas, ella me contaba cómo podía sobre su vida, sus gustos, y yo
le hacía compañía en esos ratos, me gustaba mucho estar con ella y sentir que
teníamos un vínculo y que se alegraba de verme cada mañana. En poquísimo tiempo
el asilo comenzó a ser como mi casa, entrábamos y lo revolucionábamos todo,
éramos como de allí.
El grupo era genial, la mayoría nos conocíamos y los que no se integraron enseguida, me llevo momentos súper bonitos de allí ya que aunque nos conociéramos este ha sido un ambiente totalmente distinto y ha sido genial poder conocernos más ahí, uno de mis momentos favoritos eran las oraciones, allí nos sincerábamos y reflexionábamos, también las cenas en las que nos contábamos el día, después de la cena y la oración nos sentábamos en el porche y jugábamos a algún juego.
Al final sólo puedo dar las gracias a todas las personas que han hecho posible esta experiencia, gracias al grupo por dejarme ser y compartir conmigo, gracias a los ancianos por la acogida, gracias a las monjas por velar por todos en la sombra, gracias por hacernos ver, gracias a los monitores por habernos hecho confiar y haber construido un grupo de amigos, gracias a Susana, por ser lo que necesitaba y por dejarme a mí ser tu compañía, gracias, de verdad, esto ha sido algo inolvidable y sólo quiero que llegue el año que viene para vivirla otra vez, nos veremos pronto.
Mónica