Testimonio I turno Camino de Santiago

Yo ya lo contaba desde el principio: "chicos, no tengo ni idea de por qué repito. De hecho, cuando volví el año pasado dije que no lo volveria a hacer en 20 años".  Bueno, pues resulta que ya lo sé. No lo descubrí al primer día, porque fue un día cansadísimo, o eso me parecio, porque los que llegaron después eran más agotadores. Sin embargo, sobre la mitad de ese Camino que ibamos recorriendo juntos (unos  más rápido, otros sin compañía, algunos llorando... o riendo) descubrí que era "eso" que me había empujado a repetirlo.
¿Os podeis imaginar? Seguro que ellos 32 sí que lo saben, porque nadie se arrepintió de decidir, comodamente en sus casas, hacer el Camino de Santiago.

Y es que en esa mezcla asombrosa de lágrimas, risas, pasos, sonrisas, gritos, dolores, amistad, flechas, caidas, ampollas, FELICIDAD, había, y sigue habiendo, algo que brilla con luz propia: Dios. Porque sin Él, no habría nada que nos apoyara a seguir adelante, a fijarnos en nuestro alrededor y comprender que cada gota de lluvia, cada hojita o cada piedra está allí por algo, y que ha sido creada por nuestro Señor con amor y cariño, tal y como nosotros. Por eso nos invita a seguir adelante, y a agradecer, más allá del dolor, la vida tan maravillosa que tenemos.

Esta es mi razón para caminar, y no solo en el Camino de Santiago, sino tambien en el Camino de mi Vida, porque sé que no estaré sola, pues Dios me acompaña, y sé que siempre podré recordar vuestras 32 sonrisas de superación.
Pilar Rey